Los griegos han hablado este 5 de julio, y han dicho ‘oxi’ (no) a un acuerdo ya expirado con la Troika o su eufemismo, ‘las instituciones’, es decir, la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. Este acuerdo buscaba inyectar dinero a la economía helena a cambio de más austeridad y recortes en el país. El primer ministro griego, Alexis Tsipras, ha convocado y ganado con una gran holgura (más de 20 puntos de diferencia) esa consulta, por lo que ha sido junto con los ciudadanos que gobierna, el principal protagonista en las informaciones concernientes a la situación griega de los últimos días, con permiso del mediático exministro de Economía, Yanis Varufakis. Así lo reflejan la mayoría de medios de comunicación, tanto autóctonos como internacionales, que optan por ilustrar sus informaciones con fotografías de la plaza Sintagma repleta de gente celebrando el ‘no’ o con declaraciones del presidente del Gobierno griego.
Es también el caso del diario La Razón, que en su portada de este 6 de julio titula el resultado del referéndum y sus consecuencias con un ‘Sin OXIgeno’. Juegos de palabras aparte, en la portada del periódico también aparece Alexis Tsipras como es obvio, pero de una forma muy inusitada. El mandatario heleno es retratado ejerciendo su derecho a voto tras la cortina azul de las cabinas de votación. Apenas se le ve el rostro, tan sólo la parte superior de su cabeza. Es difícil distinguirle. El diario de Francisco Marhuenda ha optado por no mostrar la faz del primer ministro heleno, elegido democráticamente el pasado mes de enero. No es la primera vez que esta publicación se niega a mostrar el rostro del máximo dirigente de Grecia.
Corrían tan sólo 25 días del año 2015, y Tsipras se convertía en el protagonista informativo de medio mundo al ganar su partido (Syriza) unas elecciones estatales por primera vez en la corta historia democrática de su país. Al igual que este lunes, La Razón se negaba a llevar la imagen del protagonista de esa victoria en su portada. Marhuenda mostró al vencedor de los comicios de espaldas, levantando una mano en medio de una marabunta de periodistas y fotógrafos captando la imagen del ganador y el protagonista de la jornada. Era la foto de un día histórico. El titular de aquella portada: “Desgrecia. Los helenos se lanzan al abismo populista”. Otro juego de palabras que prendió la indignación de numerosos ciudadanos en las redes sociales. Sin embargo, probablemente sea mucho más preocupante y peligroso para el servicio público que debe realizar cualquier medio de comunicación el hecho de negarle el rostro a un presidente elegido democráticamente por su pueblo.
¿Cuál es la intención que persigue este diario conservador? No reconocer la legitimidad de Tsipras. El retrato, ya sea plasmado en escultura, pintura o fotografía persigue mostrar el aspecto y las características físicas del personaje así como su carácter, su psicología y sus cualidades morales. La primera aparición de esta representación de personajes se realizó en escultura. Nació por la necesidad del ser humano de plasmar la imagen de sus fallecidos así como reflejar el poder y la importancia de sus mandatarios y personalidades ilustres en monedas o en obras de arte como son el caso de Nefertiti, Platón, Alejandro Magno… Nobles, burgueses y notables encargaron durante siglos retratos suyos o de sus familias a los más reconocidos pintores de cada época. La Gioconda de Da Vinci, el matrimonio Arnolfini de Jan Van Eyck, Las Meninas de Velázquez… Siempre ha habido una intencionalidad social y política añadida al laborioso trabajo artístico. En la actualidad sigue ocurriendo lo mismo, los retratos de los jefes de Estado de casi todos los países pueblan las instituciones públicas de los mismos.
El retrato pictórico sirve hoy en día como herramienta de información periodística y propaganda política. Mensajes claros y contundentes, que lo son aún más cuando se niega mostrar el aspecto físico y psicológico de un personaje importante. No es la primera vez que, al igual que hace La Razón, una publicación se niega a mostrar a la persona noticiosa en sí. Ya ocurrió con la revista ‘Time’ en 1938 al nombrar a Adolf Hitler personaje del año. No es que este medio considerara al dictador alemán la mejor personalidad del mundo, sino que lo nombraba la persona más destacable. La portada de esa elección fue inusual, ya que es la única en la que el galardonado con ese reconocimiento no aparecía en ella. La revista ‘Time’ se negó a mostrar el rostro de Hitler en su primera página para aquella ocasión con el fin de evitar polémicas y no parecer que apoyaba al nazismo. En lugar del maléfico rostro del artífice del Holocausto, el medio estadounidense optó por mostrar a Hitler de espaldas (como La Razón con Tsipras), tocando un órgano en una catedral junto a una rueda de la que colgaban los cadáveres de sus víctimas.
Otro ejemplo de negación del protagonista lo encontramos en el cuadro de ‘Los fusilamientos del tres de mayo’ de Goya. En él aparece un pelotón de fusilamiento a cargo de las tropas invasoras de Napoleón. Los soldados galos se muestran de perfil ante el espectador de la obra, quedando sus rostros escondidos al reconocimiento histórico. Goya intentó reflejar con esta postura la falta de humanidad del ejército francés con el pueblo madrileño tras sublevarse y la ilegitimidad de su poder sobre el territorio patrio. Por el contrario, aunque no se vean las facciones de los franceses, el rostro del civil que está a punto de ser ejecutado refleja el horror que provoca en el pueblo español esa falta de humanidad de los franceses, al contemplar la cara de estos mismos.
La luz, la camisa blanca de este reo y su rostro junto con el de sus compañeros que esperan su sentencia es un claro reconocimiento al honor, valentía y humanidad de los sublevados. Ninguno de estos valores se muestra en el malvado e ilustrado ejército invasor, que aparece sin rostro y que representa al emperador Napoleón.
Por tanto, ocultar el rostro de un presidente elegido democráticamente, tiene un claro mensaje: no reconocer su mérito, su legitimidad para gobernar un pueblo, ni su forma de pensar y la ideología de los millones de personas que le han apoyado hasta convertirle en presidente. Un advenedizo. La Razón, ejemplo de la terquedad de la derecha española, no reconoce la voluntad de los helenos emanada de las urnas. Un juego muy peligroso, por más que se oculte esa voluntad, no deja de existir. No mostrar a Tsipras en su portada no hace desaparecer una realidad democrática al otro lado del Mediterráneo, pero sí retrata a Marhuenda y a una parte de la derecha española en la que aún permanecen reminiscencias antidemocráticas.