No hay que temer a los partidos de la ‘casta’, sino a la casta de los partidos

     ERueda de prensa de Rubalcabal que se mueve sigue sin salir en la foto, pero ahora el ausente puede tener presencia en la imagen a través de otros cauces. Lo captado por el objetivo puede ser colgado en Facebook, Twitter, Instagram… creando un feedback de opiniones y comentarios entre un buen número de ciudadanos, que pueden optar por difundir la foto con un retuit o aprobarla con un ‘Me gusta’. Algunos siguen teniendo el poder de retratar sólo aquello que les interesa pero ya no son dueños de esa captura. La capacidad de la ciudadanía para opinar, interactuar y por tanto influir en las decisiones ha crecido enormemente con el avance de las tecnologías. Esto es un hecho asentado en numerosos aspectos de la sociedad, pero aún no en el más importante, la política. Quien no sea consciente de esta realidad o quiera vivir de espaldas a ella, está condenado al rechazo y a la contestación. La decisión del secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, de convocar un congreso extraordinario en el partido antes del proceso de primarias fijado para el mes de noviembre es un buen ejemplo de los viejos usos a la hora de entender y hacer la política, el ‘poder duro’.  Ese Congreso puede mandar al garete el proceso de primarias abiertas, principal proyecto de futuro del PSOE y símbolo de lo que se denomina ‘poder blando’.

“Tiene menos derechos el que está afiliado que el que no”

El  ex presidente del Gobierno, Felipe González, ha salido en defensa del ya líder en diferido. Cree que Rubalcaba ha hecho lo oportuno y cuestiona las primarias abiertas. “Lo que estoy oyendo parece indicar que tiene menos derechos el que está afiliado que el que no”, son las palabras pronunciadas por el ex mandatario. De lo que se olvida Felipe González es que los militantes prácticamente tampoco tendrán  ningún derecho ni margen de actuación en el Congreso de julio. La fórmula elegida por Ferraz es la menos democrática para elegir al líder de aquellos que pagan religiosamente la cuota de afiliación.  Para empezar, al convocarse la reunión con carácter urgente, nadie podrá añadir o quitar los puntos a tratar en el orden del día. Esto quiere decir que sí, se debatirá y se hablará, pero sólo de aquello que quiera Ferraz. Y ¿quiénes decidirán? Cada agrupación provincial elegirá a unos delegados, convenientemente seleccionados por los capitanes autonómicos, hasta alcanzar la horquilla de entre 500 y 2000 representantes que votarán en la cita, tal y como estipulan los estatutos del PSOE. Esto supone que a lo sumo, el 1% de los socialistas elegirá al nuevo líder de partido. La casta decide y el 99% restante, hasta el momento aplaudía, sin preguntarse más. Ahora la militancia no se conforma con ser palmera, exige su derecho a decidir. Ni avales ni delegados, un militante, un voto.

Los idus de marzo

500 personas pueden elegir el futuro de un partido formado por 200.000 militantes

Por tanto, si finalmente no hay primarias en el PSOE, se puede dar la circunstancia de que 500 personas tendrán en su mano el futuro de un partido formado por 200.000 militantes. Pero también tendrán el futuro de España pues el candidato del PSOE es la única persona de este país que puede ser presidente del Gobierno, junto al elegido por el PP. El proceso electoral no se limita únicamente a la campaña y a la jornada de votación, sino que comienza cuando los partidos eligen a su candidato. De ahí la importancia de consultar a los ciudadanos.

Por todo esto, Ferraz, Rubalcaba y González se equivocan en sus palabras y actuaciones. No es cuestión de quién pague la cuota de milit ante. Se trata de entregar el partido a los ciudadanos para que éstos después se entreguen a él en las primarias y en las elecciones. Es cuestión de vivir acorde con los tiempos que corren y las exigencias que desde mayo de 2011 vienen pidiendo los españoles.

Rubalcaba, cual Enrique I en ‘Braveheart’ ha dejado que los aspirantes a sucederle se relajen hasta que lleguen las primarias anunciadas. Mientras ha movido hilos y ha dejado diseñado el futuro que él cree más conveniente para su partido. Tal vez sea un buen cartel, pero no será el de los ciudadanos.

El discurso de la reciente estrella política, Pablo Iglesias, sobre los partidos de la ‘casta’ ha calado hondo. Esas palabras pueden ser barridas de inmediato por el PSOE si sus dirigentes están dispuestas a hacerlo. El problema no es que haya unos partidos de la ‘casta’ sino una casta en cada uno de ellos. Las bases tienen que votar y los de arriba no tienen por qué temer a los deseos de los ciudadanos. Éste es un buen ejemplo de poder blando, que finalmente acaba por dar más éxitos a quien lo usa que a aquellos que se entregan a las intrigas del poder. También acaba por reportar mejores resultados a la ciudadanía en general.

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